Me removí en la cama, todavía podía sentir sus brazos alrededor de mi cintura y su respiración en mi nuca. Aún me dolían un poco las caderas y podía sentir el palpitar de mi interior entre cada estocada. A veces me costaba comprender cómo es que había llegado a este punto, cómo es que las cosas se habían tornado de esta manera. No importaba realmente si esto era real, un sueño o una alucinación producto de mi cabeza trastornada, sólo importaban las sensaciones en mi cuerpo, la opresión en el pecho cada vez que pensaba en él y los recuerdos de una noche de pasión.
En un momento me acerqué más a su cuerpo, sintiendo su pecho completamente contra mi espalda y aquella erección mañanera que bien conocía. Reí bajito ante mis ocurrencias, siempre me habían gustado hombres mayores que yo y siempre habían resultado ser unos completos locos. Quizás de todos los locos con los que me había topado en la vida, este era el más loco. Pero no importaba, no importaba su locura, no importaban sus feromonas descontroladas, no importaba que su rut fuera de aquellos desordenados e invasivos, mis celos también solían ser repentinos.
Mis ataques de ansiedad habían disminuido desde que lo tenía a mi lado, no estaba seguro si era por sus feromonas que vivían dominando mi espacio personal, si por su marca sobre mi vieja marca, o por el simple hecho de hacerme sentir más tranquilo. Admito que en ese momento estaba aterrado, aterrado de volver a tener una marca, aterrado de tener otro alfa después de los muchos alfas que había conocido, pero él había cumplido con su palabra a pesar de todo. Ahí estaban, viviendo conmigo, siendo un ejemplo para mi hijo mayor y siendo el padre de mis pequeños.
Separé un poco mi cuerpo cuando su calor fue demasiado fuerte. Sé que su sueño es liviano y que no le gusta que me mueva mucho, pero yo soy inquieto por naturaleza, no puede pedirme estar tan tranquilo. Me volteé y lo contemplé durmiendo, se veía tan apacible y calmado, quizás soy de las pocas personas que lo han visto de esta manera. Es conocido más bien como un demonio, un monstruo sin emociones o siquiera un ápice de humanidad, una bestia sedienta de sangre y violencia… pero ahí estaba, durmiendo a mi lado, como un buen amante y un padre de familia. No pude evitar liberar feromonas que expresaban mi felicidad mientras estiraba mi mano hacia su mejilla. Lo acaricié con sutileza, con la yema de mis dedos y sintiendo su respiración.
En un corto instante, sentí su mano sobre la mía. Sonreí levemente, ya sabía yo que se había despertado después de todo. Siempre quieres tomarme el pelo, alfa molesto. Pronto acercó mi mano a sus labios y comenzó a besarla con suavidad. Primero mi muñeca que aún estaba enrojecida un poco por las ataduras de la noche anterior, luego el dorso de mi mano y finalmente mis dedos. Aunque ahí las cosas comenzaron a cambiar, sentí como metía sus dedos en su boca y comenzaba a chuparlos.
—Ha… Hadriel… ¿qué…? —comencé a decir pero sentí como acariciaba las yemas de mis dedos con sus labios y liberaba más de sus feromonas. Me estaba provocando a propósito. Le quité la mano de un solo jalón y se me escapó un jadeo. — ¡Basta! —le grité un poco molesto, pero pronto su mirada cambió.
No supe bien en qué segundo pasó eso, pero cuando pude reaccionar ya lo tenía encima de mí. Mi respiración se agitó más al sentir su erección frotarse entre mis piernas y sus manos sosteniendo mis muñecas. Lo miré a los ojos y él sólo se acercó a mí, besando mis labios con placer y deleite. Yo le abrí la boca dejando que adentrara su lengua en la mía, que jugara a su antojo con mi boca y mi lengua, mas cuando lo consideré oportuno, cerré mis dientes y los mordí. Él de inmediato se separó y me miró gruñendo con rabia.
—Alguien amaneció enérgico —me dije con su voz ronca, apretando más el agarre de sus muñecas y relamiéndose los labios.
—Buenos días, amor —le dije con una sonrisa burlona.
—Buenos días, Martel —me contestó él a lo que nada más ladeé la cabeza y fruncí el ceño.
Aprovechando mi exposición bajó hasta mi cuello, justo donde estaba su marca y comenzó a repartir besos y lamidas por toda su extensión. Mi piel era muy sensible en aquel lugar, por lo que me provocaba suaves gemidos y jadeos mientras mi cadera reaccionaba frotándose contra él.
— ¿Ya estás molesto? —pregunté entre jadeos recordando que me había llamado por mi nombre.
—Sí, amor, estoy molesto —me contestó mientras comenzaba a bajar de mi cuello a mi clavícula. Dejé salir un gemido más fuerte, sólo por el gusto y el placer de provocarlo mientras liberaba mis feromonas para que se mezclaran con la de él.
Me encantaba su energía, me encantaba que me dejara agotado, que no me permitiera pensar en nada o en nadie más, me encantaba que fuera mi prometido. Sin embargo, habían detalles que escapaban a nuestro control en esa casa, más cuando Gabriel aún no llegaba para ayudarnos con los cachorros y ser una especie de niñera mientras alguno de nosotros se iba al trabajo.
En medio de nuestro candente despertar, escuché como alguien tocaba a la puerta. De inmediato nos detuvimos y observamos hacia la misma.
— ¡Papá! —fue la voz infantil de uno de nuestros cachorros. — ¡Papás! ¿Puedo pasar?
Miré a Hadriel quien refunfuñó levemente y bajó de encima de mí, colocándose a mi lado, permitiéndome sentarme en la cama y acomodar un poco mi ropa interior, que era con lo único que dormíamos ambos.
— ¡Claro! —le grité desde adentro.
Pude ver a mi pequeño Akibel abriendo la puerta y corriendo hacia nosotros con sus manitas estiradas y sus piernas moviéndose con rapidez. Subió a la cama de un salto y me abrazó fuerte por el cuello.
— ¡Ren me despertó feo! —gritó comenzando a sollozar en mi hombro. Yo nada más lo abracé fuerte y acaricié su espalda buscando calmarlo.
—Tranquilo, mi niño. Todo está bien, castigaré a tu hermano —le decía buscando conformarlo.
— ¡Es mentira! ¡Yo no hice nada! —gritó Ren desde la puerta y corriendo igual de desesperado, subiendo a la cama y abrazándose a Hadriel como si no hubiera un mañana. —Yo no hice nada papá, en serio. Akibel es un chillón —gritó de nuevo.
—No trates así a tu hermano —le reprendió su padre alfa pero igual lo abrazó contra su pecho.
Nuestros niños solían ser demasiado ruidosos y con temperamentos bastante diferentes. Quien diría que en realidad Akibel era el alfa y Ren el omega, cualquiera diría que es al revés. Aunque siendo yo mismo un omega no puedo decir que soy una dulce ama de casa que se la pasa criando a sus hijos.
— ¡Cállese, maldita sea, dejen dormir al prójimo! —gritó Razvan desde la puerta y con el ceño fruncido. —Hacen mucho escándalo.
Lo miré con reproche mientras aún sostenía a un Akibel que se iba calmando. Mi hijo mayor siempre era el causando de muchos desmadres dentro de esa casa, la vez que eran sus hermanos menores, él venía a quejarse. Realmente ese chico tenía la capacidad de crítica de su padre omega, o sea, mía. Mis hijos habían sacado un carácter particular gracias a la mezcla de sus padres, no me sorprendería que alguno de ellos, si no es que todos, quieran seguir nuestros pasos.
—Anda, ven aquí —dijo Hadriel, y me conquistó. Que quisiera a mi hijo mayor como quería a los nuestros era una caricia a mi alma maltrecha.
— ¿Ir a donde estuvieron haciendo cochinadas toda la noche? No, señor —dijo cruzado de brazos, y causándome un sonrojo.
—Oh, entonces no puedes tocar esa puerta tampoco —contestó Hadriel causandome un sonrojo aún más fuerte. Le di un codazo para que se quedara callado.
— ¡Están los menores presentes! —les grité y los dos alfas mayores comenzaron a reír a carcajadas.
Sabía que Razvan era un alfa dominante, pero a veces dudaba de que eso fuera la mejor parte de todo el asunto. Al menos accedió a tirarse con nosotros en la cama. Una familia de ángeles caídos, quién diría que el demonio Azazel y el rey del infierno Lucifer pudieran brindar amor de esta manera.
Oe!, ese era mio :3.
ResponderBorrarMe encanto!; te amo y mas como escribes, muchas gracias :D
Talento puro ❤️
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