Lilium
Las luces se encendieron de repente en medio de la oscuridad
que hacía horas, o quizás días, que me estaba envolviendo. Había gente
alrededor. Pares de ojos que se vislumbraban en la oscuridad tomaron el cuerpo
de un grupo de personas. Todas ellas me miran, todas ellas no me sacan la vista
de encima.
¿Qué hice? ¿Por qué estoy aquí? Sólo dejen de mirar… Dejen de
juzgar. ¡Largo! ¡Fuera!
El sonido de un golpe me hizo elevar la cabeza y
observar al juez.
Un hombre de peluca graciosa, con atuendo negro y un martillo
me miraba desde lo alto de un púlpito. ¿Por qué? Una mujer llora a su lado,
lágrimas desconsoladas caen por sus mejillas. Lo sé aunque esconda el rostro
entre sus manos. Ladeé la cabeza. Conozco a esa señora, la conozco desde que
tengo uso de razón, la conozco desde que nací. Ella me dio a luz.
—Culpable —sentenció el hombre dando otro golpe con su
martillo.
¿Culpable? ¿De qué? ¿Quién? ¿Yo soy culpable?
Mis manos estaban esposadas, mis muñecas dolían y se
retorcían en vanos intentos de liberarme. Sentí algo viscoso entre mis dedos,
como si se resbalaran entre ellos. Seguro soy yo la culpable de algo, seguro me están sentenciando por
algo.
Os justi
meditabitur sapientiam.
Et lingua ejus
loquetur judicium.
— ¡Culpable! —gritaron todo alrededor.
-Inmundos cómplices en esta sociedad hipócrita-
¿Qué? ¿Por qué dices eso?
No sé de dónde salió aquella voz, algo estaba confuso dentro
de mi mente. Una voz se escuchaba desde lo más profundo de mi ser. Como si me
conociera, como si supiera cuál era mi pesar, como si supiera cuál era mi
carga, mi karma. Supongo que lo sabe perfectamente pues se queda a mi lado
incluso cuando los recuerdos regresan.
—Sí, soy culpable… —dije en un suspiro. Los recuerdos
estaban regresando. Su sonrisa, su risa despiadada, el llanto de mi madre, la
golpiza de mi madre, mi risa desquiciada y mi sentimiento de victoria, de
libertad. —Yo lo maté.
Yo maté a mi padre. Maté a ese monstruo que me torturaba, a
ese ser repugnante que destrozaba uno a uno mis sueños, una a una mis
esperanzas. Maté a aquel que cortaba mis alas, que cercenaba mi libertad, que
restringía mis emociones, que destrozaba mi piel cada día.
Ahora soy libre.
Estas esposas y estos escoltas hacia mi nuevo hogar son mi
pase a la libertad. Estos seres no son más que inventos de esta sociedad
extraña de la que no soy ni fui ni seré parte en algún momento de mi
existencia. Mi nuevo hogar era diferente del pensado, era más tétrico, pero no
por eso menos interesante.
Beatus vir qui
suffert temptationem.
Quia cum probates furerit
accipiet coronam vitae.
Kyrie ignis divine eleison. Ten piedad de mí. Ten piedad de
esta vida miserable que hubiera llegado en algún momento. Sólo déjame descansar
aquí, en medio de esta oscuridad, en medio de estos seres divinos y hermosos,
en medio de estas personas aterradoras e interesantes. Ten piedad de mí.
—Bienvenida al Proyecto Bandersnatch.
Oh quam sancta
Quam serena
Quam benigna
Quam amoena
Donde lo que imagines puede ser realidad.
—El Proyecto Bandersnatch.
Donde tu vida puede volver a cobrar sentido a través de tus
propios relatos, donde tus palabras y tu mente son tomadas en serio, donde
puedes ser lo que tu imaginación desee ser.
Me siento adormecer en medio de estas personas que amo, de
estos seres que se dicen mis nuevos amigos y enemigos. Me siento sonreír en
medio de los delirios, en medio de las facciones, en medio de estos monstruos
ficticios que son más reales que mi propia vida allá afuera. Nunca he sido tan
feliz ni tan libre como cuando la sangre cubrió mis manos, las esposas mis
muñecas y mi mente se alistó para este Proyecto.
¡Oh, castitatis Lilium!
meditabitur sapientiam.
Et lingua ejus
loquetur judicium.
Beatus vir qui
suffert temptationem.
Quia cum probates furerit
accipiet coronam vitae.
Oh quam sancta
Quam serena
Quam benigna
Quam amoena
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